Jarro luna
Este jarro luna lleva en su cuerpo un esmalte blanco que deja ver, en su boca ancha, el verdadero color de la porcelana.
Este jarro luna lleva en su cuerpo un esmalte blanco que deja ver, en su boca ancha, el verdadero color de la porcelana.
Este jarro de porcelana es de paredes muy delgadas pero resistente, ideal para poner flores y dejar que pase la luz entre ellas.
Estos jarros, inspirados en el movimiento del viento entre los pastos, son un conjunto de personajes que miran hacia adelante, y que sirven tanto para estar dispuestos como para llenarse con cualquier cosa. Juntos son potencia.
Cada compra incluye 3 piezas (un jarro grande, uno mediano y uno pequeño).
Este plato de porcelana tiene un borde que deja entrar la luz creando un eclipse en su interior. Con algo de suerte y sol, la porcelana delata su transparencia volviendo translucidos sus muros, haciendo brillar su interior.
Esta jarra de porcelana toma su forma de las enormes boyas de plástico que se ocupan en la industria de los mitilidos en la región de Los Lagos. Quemada a alta temperatura y esmaltada por dentro y por fuera, está además reparada con la técnica de kintsugi (incluye aplicación de pan de oro).
Este plato de porcelana levanta un cerco por su circunferencia y encuentra una cuenca en su interior. Ideal para dejar las llaves y algunas conchitas encontradas en la playa.
Este pequeño jarro de porcelana opaca se cierra en su boca creando una ánfora que esconde el esmalte negro brillante que inunda su interior. Perfecta para decorar una esquina sombría, o para sostener una ramita seca.
Este jarro tipo ánfora presenta la porcelana sin esmalte (opaca y blanca) en su exterior, exhalando tamizada la luz que refleja, mientras que por dentro su oscuridad esconde los brillos negros de su esmalte. Ideal para que le llegue la luz. De lejos parece un escondite.
Este lechero de cerámica tiene una tonalidad terrosa por dentro, pero lechada por fuera gracias a su esmalte blanco exterior y transparente en el interior. Ideal para bebidas calientes o para mantener la frescura de una limonada con hielo.
Este jarrito pequeño de porcelana toma su color de los liquenes que cubren las tejuelas de cientos de muros chilotes, donde el color pareciera ser lo que mantiene con vida el interior de los edificios.